Las elecciones de diputados locales
Jorge Arturo Estrada García.
En política lo que parece es. El tono de la contienda electoral ha sido dictado desde Palacio Rosa. El PRI de Coahuila está en pie de guerra y, por lo pronto, Isidro López ha sido escogido como el blanco favorito para el desgaste del PAN. La elección de julio es vital para el gobernador. Con ella, Rubén inicia la construcción de su salida.
Sin la fortaleza de otras ocasiones, el partido en el poder llegará al proceso electoral de 2014. El clima político en Coahuila está enrarecido. El gobierno estatal está desgastado prematuramente, entre sus integrantes campea, la incapacidad, la frivolidad y se avecina la época de las traiciones.
En el tricolor, la preocupación principal es que el gobernador controle el mayor número de curules en el próximo congreso local. Y no, necesariamente, que el PRI se lleve las victorias. Solamente competirán 12 candidatos directos del PRI, cuatro más irán en candidaturas comunes con los partidos “morralla”. Hay que sumar pluris, porque las victorias de mayoría no llegarán tan fácil como antes.
En la elección del 2011, junto al triunfo de su candidato a gobernador, Rubén Moreira, el PRI y sus alianzas obtuvieron las 16 diputaciones. Nueve directas y siete en alianza con partiditos. Esto, al final le redituó obtener 22 diputados afines: dos pluris más para el PRI y cuatro para sus aliados (Panal, PSD, PPC y Verde). Los opositores se quedaron con sólo tres: PAN, tuvo dos y UDC sólo una. 700 mil votos para el tricolor y sus aliados representaron 22 diputados y 400 mil del PAN-UDC sólo tres. Así funciona la ley electoral de Coahuila.
El gobernador busca con las plurinominales y las alianzas mantener la mayoría del congreso. Sabe que es de vital importancia para él, su gobierno y su futuro político. Y la mayoría de sus acciones van encaminadas a eso.
No le agradaría, ni a él ni a su hermano Humberto, que se integrara un verdadera Comisión Investigadora de la Megadeuda y de la corrupción del sexenio pasado. Ni tampoco que se hurgara meticulosamente en las cuentas de su gestión. Podría decirse que es el primer paso para construir una buena salida.
Es difícil llegar, pero es más difícil la salida decía el exgobernador Enrique Martínez. Nadie le ayudó a construir su salida a Humberto y ya vimos el desastre en que se convirtió su carrera política. Sus seguidores lo traicionaron y abandonaron mientras se enriquecían, atendían sus negocitos personales al amparo del erario y para irse con Rubén.
El gobernador está a la defensiva, su gobierno transita sin dejar huella en el desarrollo de la entidad. Lo electoral ya domina su agenda. La megadeuda consume los recursos, impide proyectos estratégicos y lucidores, y salpica escándalos de corrupción constantemente. La inseguridad muestra su legado macabro y criminal. Y así, es difícil conquistar nuevas simpatías y seguidores.
Coahuila ya no es el mismo ni los coahuilenses lo somos. Perdimos nuestra indiferencia e ingenuidad. La clase política local está muy desprestigiada. Y el moreirismo se ha convertido en sinónimo de engaños y corrupción. La Nueva Clase Política apesta a muerto. Y el PRI de Coahuila ya colecciona derrotas. La población está molesta.
El PRI ya gastó sus “mejores” cartas, ahora perfila candidatos inexpertos tratando de que no tengan un pasado negro. Aunque los aliados que encabezan muchos de los partidos locales pequeños son fichas muy lisas. El tricolor es ahora un partido muy dividido. Ya hasta se exige la renuncia de David Aguillón.
En las calles de Coahuila y en las redes sociales circulan volantes que exigen la salida del PRI de David Aguillón. Lo señalan como operador de Humberto y que junto a Rubén Moreira tienen secuestrado al partido. Le achacan las derrotas y se firman como Carro Completo AC, Priístas Unidos por el Cambio.
“Ellos son los que imponen candidatos y cierran las puertas a la militancia. Ya perdimos Saltillo y no perdamos Coahuila”, agrega el panfleto impreso en verde y rojo y con imagen de Colosio como fondo.
La sombra de Humberto permanece en Coahuila. La comisión de diputados acordada por Rubén quedó en “teatrito”. Además, los diputados del PRI no parecen muy entusiasmados y no quieren sumarse como integrantes. Tal vez les dio miedo. Samuel Rodríguez, el amigo fraterno del profesor, será el encargado de la comisión electoral para los procesos internos del tricolor. Demasiados mensajes cruzados. Hay desconcierto.
Los Rubenistas desataron la guerra contra el grupo de Enrique Martínez y varios personajes coahuilenses que se fueron a operar a la capital del país, o que se regresaron a sus lugares de origen. Las reuniones de muchos marginados del moreirismo se reproducen sistemáticamente.
El gabinete de Rubén Moreira se debilita cada vez más. Sus piezas estratégicas también perdieron su prestigio. Y el círculo cercano se desgasta con pleitos encarnizados entre ellos. Chema Fraustro, Jesús Ochoa e Ismael Ramos ya no son garantía de nada para los ciudadanos. Armando Luna, María Esther Monsiváis y David Aguillón ya no son interlocutores confiables, las pugnas los debilitaron. Y curiosamente, ninguno de ellos tiene base popular para construir liderazgos propios que le aporten algo al gobernador. Rápidamente se van convirtiendo en pasivos políticos.
Solitario. Sin apoyo eficaz de sus colaboradores, y sin comunicación eficiente, el gobernador transita por el tercer año de su gestión. Los alcances del sexenio son modestos, admitió el propio Rubén.
A partir del presente año hay que pagar intereses más capital de la megadeuda. 1,800 millones de pesos de capital anual, por lo menos, durante 20 años. Y adicionalmente más de 3 mil millones para los intereses. Cerca de 5 mil millones anuales en total. Los otros estados no arrastran un lastre tan pesado.
Aparte de lo electoral, el gobernador apuesta por el clúster energético que aspira crear. Para ello cuenta con el exgobernador Rogelio Montemayor, quien está preparado para concretarlo. Rubén percibe una enorme bonanza para Coahuila del gas y petróleo shale. Lo malo es que es un proyecto más para mediano y largo plazo. Y quien sabe si le toque lucimiento si se consolida.
Así los retos para el gobernador son enormes. Hay orden en las finanzas, pero hay déficit. Las policías se reconstruyen a cuentagotas, la inseguridad se mantiene y la procuración de justicia es inexistente prácticamente, y las elecciones se pierden. Chuy Ochoa, Armando Luna, Ramos Gloria y Aguillón no han aportado resultados positivos.
Rubén Moreira deberá redoblar esfuerzos. Tiene tres años para construirse una salida adecuada y mantener viable su carrera política. Y el tiempo pasa volando.
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